viernes, 7 de enero de 2011

Maria los domingos, Marta los lunes....



Cuando llega el lunes por la mañana, puedo convertirme en «Marta» muy rápido, después de haber sido «María» el día anterior. El día anterior, domingo, me he sentado a los pies de mi Señor, escuchando un mensaje de su Palabra. Pero según empiezo a darme cuenta de todas las cosas que hay que hacer, me siento preocupada y esclava de la lista de quehaceres. Hay ropa para lavar, platos sucios en la pila, una comida por preparar, comida que necesitamos comprar, camas por hacer, suelos por barrer y fregar, llamadas que hacer, por no mencionar la plancha. La lista continúa.

Sin embargo, ¿acaso no es por eso – para atravesar estos momentos de estrés – que mi relación con Dios es tan importante? Recuerdo una noche cuando me fui a la cama y me tumbé encima de la manta eléctrica durante un buen rato hasta que me di cuenta de que ¡no la había enchufado! ¿Por qué no nos enchufamos a la fuerza de nuestro Señor en lugar de creer la mentira de Satanás y tratar de hacerlo todo por nosotras mismas? Es como si pongo a Dios sobre el estante y digo, «¡Voy a hacer este trabajo yo sola!» ¡Nuestra autosuficiencia nos hace daño!

¿Es posible hablar con Dios en medio de todo? Mi hermana mayor compartió conmigo como ella solía recordar mi madre cantando mientras hacia la colada. (¡Mi madre tenia 7 hijos!)

A menudo no me doy cuenta del privilegio que es tener una familia porque la rabia que tengo es por el trabajo que tengo que hacer para ellos. Esto no tiene nada de sentido porque yo oré durante mucho tiempo para tener un marido con la esperanza de llegar a formar una familia. Puedo empezar a enfadarme con mi familia los lunes si ellos interrumpen mi horario. En muchos casos es el resultado de un corazón egoísta. Si, puedo decir que lo hago todo por suplir las necesidades de mi familia, pero debo recordar lo que dice 1 Corintios 13:1-3:

«Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha».

Si tengo todas estas cosas pero no tengo una buena actitud al hacerlo, no soy nada.

La palabra de Dios se aplica a nuestro trabajo en casa. Filipenses 4:6: dice, «Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.»

Quejarse entristece el corazón de Dios. Sin embargo, una repuesta de queja y amargura es lo que permito que entre cuando me siento desbordada. Yo soy la jefe, no mi Dios. Yo soy la que dirige, no el Espíritu Santo.

Siendo prácticas, esto significa que es necesario no tener metas demasiado altas. Es más importante tener dos metas que ocho.

Otra idea es hablar con tu esposo sobre tu horario. Es bueno comunicarse en cuanto a qué es lo más importante que hay que hacer ese día y cómo es posible trabajar en equipo. Cómo aprecio cuando mi marido desea ordenar sus planes para el día. Pero yo también necesito ser sensible a su horario y ayudar en lo que puedo. Por ejemplo, el otro día yo quería tener un tiempo de oración por nuestros hijos y también un tiempo para hacer natación. Pero parecía imposible ya que tenía que llevar a mi hijo a la escuela. Normalmente me perdería tanto la oración como la natación, pero sentí una necesidad auténtica de hacer ambas actividades. Por el simple hecho de mencionarlo a mi marido y hablar sobre ello, me di cuenta de que él podría cambiar un compromiso con bastante facilidad, lo que haría posible que él llevara a nuestro hijo a clase.

Encontrar cosas para reducir el estrés de nuestras vidas ayuda mucho a mantener la vida en perspectiva. Para mí esto consta en orar y hacer ejercicio.

Otro principio importante es dejar un margen en vuestras vidas. Lo que quiero decir con esto es no empaquetar nuestro horario con tantas actividades que una sola interrupción (como un pinchazo, unas llaves perdidas, niños enfermos…) hace que se derrumba nuestro mundo. Por ejemplo, recientemente saqué a mi hijo de clase de gimnasia ya que simplemente necesitábamos más tiempo para jugar e interactuar en casa en vez de correr para llegar a clase. De verdad, creo que hay un tiempo señalado para todo pero necesitamos evaluar constantemente nuestras actividades.

Mientras trabajas, hazlo con una canción si es posible. Me encanta poner música de alabanza cuando limpio. ¡Me ayuda a barrer como si se tratara de un trabajo maravilloso! También es importante mantener un espíritu agradable y tranquilo en tu familia en lugar de uno que esté a punto de explotar. Si nosotras estamos nerviosas con nuestros hijos, ellos estarán más predispuestos a ser nerviosos y desobedientes. Ellos pueden palpar el ambiente y responden a él. Tómate tiempo para dar cariño a tus niños (abrazos, comentarios positivos…) ¡Es de mucho beneficio!

Al final del día comparte tu corazón con tu esposo y expresa tus frustraciones de manera controlada para que tú puedas evaluar como podría ser mejor el próximo lunes. Nos atascamos en círculos o patrones de comportamiento y por eso necesitamos reflexionar y cambiar lo que podamos. Sin esto, sencillamente continuamos repitiendo un día frustrante después de otro. Ojalá que tampoco olvidemos pedir la sabiduría diaria de nuestro Padre Celestial. Él promete dárnosla. Santiago 1:5 dice, «Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente… »

En conclusión, déjame compartir unas palabras de mi hijo. Un día que tenía un poco de prisa mi hijo Joey me preguntó, «Mamá, ¿estás enfadada?» Qué recuerdo para mí. Me di cuenta de que en Proverbios dice que lo que está en el corazón se refleja en el rostro. Mi hijo era más perceptivo que yo. ¿Estoy viviendo mi vida para complacer a mi Señor o para complacerme a mi misma? Hasta donde yo pueda, mi oración es, «Amado Señor, ayúdame a ser “María” durante toda la semana». 

Tomado de  crsitianadehoy.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario